La sirena y el carabinero
A Guillermo de Torre
El paisaje escaleno de espumas y de olivos
recorta sus perfiles en el celeste duro.
Honda luz sin un pliegue de niebla se atiranta,
como una espalda rosa de bañista desnudo.
Alas de pluma y lino, barcos y gallos abren.
Delfines en hilera juegan a puentes rotos.
La luna de la tarde se despega redonda
y la casta colina de rumores y bálsamos.
En la orilla del agua cantan los marineros,
canciones de bambú y estribillos de nieve.
Mapas equivocados relucen en su ojos,
un Ecuador sin lumbre y una China sin aire.
Cornetines de cobre clavan sus agujetas,
en la manzana rosa del cielo más lejano...
Cornetines de cobre que los carabineros
tocan en la batalla contra el mar y sus gentes.
La noche disfrazada con una piel de mulo,
llega dando empujones a las barcas latinas.
El talle de la gracia queda lleno de sombra
y el mar pierde vergüenza y virtudes doradas.
Oh musas bailarinas, de tiernos pies rosados,
en bellas trinidades sobre el jugoso césped.
Acoged mis ofrendas dando al aire de altura
nueve cantos distintos y una sola palabra.
Federico García Lorca
(1898-1936)
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